Vol. 9, Núm. 32 (1987): Antropología del Árido Noroeste

Presentación del número

Una experiencia común de los antropólógos que hemos elegido como lugar de trabajo el noroeste de México es la experiencia -académica, cultural y profesional- de salir de mesoamérica. Eso implica un cierto desajuste pues lo primero que se constata es que la formación del antropólogo mexicano es, en primer lugar, de mesoamericanista. En este sentido la necesidad inmediata del investigador que inicia un proyecto en el norte árido, e incluso del aborigen que vuelve a su terruño después de haberse dedicado años o lustros al estudio de las culturas del centro del país, es, además de la inevitable adaptación al medio ambiente desértico y a las llanuras interminables, sufrir un proceso intensivo de aculturación y de cambio de parámetros académicos.

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